TCuento


Te cuento un cuento. Lee, escribe, comenta o colúmpiate, lo que tu quieras. Y recuerda que la realidad es una alucinación producida por la falta de alcohol...

Busco en el cajón de la despensa. No está.
Le pregunto al rugir de la nevera. No sabe.
Limpio los cristales de las gafas. No veo.
Enciendo un cigarro y luego escupo. No acierto.

Subo al barco de mis sueños. Sin rumbo...oO

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¿Ves cómo se agitan las ramas? ¿Soñarán que son nubes? Están alegres, no paran de hablar...
Las mañanas marchitan tu ausencia. Las noches eclipsan el olor de tu pelo. No te has ido y ya noto el olor del vacío. Abrir los ojos y ver una pared infinita. Dar media vuelta y encontrar sábanas frías...oO

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Fue así de repente, sin previo aviso, que se me acabaron las ideas. Y bueno, tampoco es para extrañarse, porque ya tengo 30 años; algún día se me tenían que terminar.
Al principio me preocupé un poco, creo que es natural, pero sólo al principio...oO

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Miércoles de un frío enero. Susurrado en un gélido viento que asola Moscú. Dos alcohólicos muertos. Ivan Pertrovich a las dos y siete minutos de la madrugada, tumbado en el suelo después de ingerir más de dos litros de Vodka. No lejos de allí, en Washington, cuarenta y ocho horas antes de que el último ser humano desaparezca de la faz de la tierra, James Mathow, con cerca de litro y medio de wiski en su estómago, es atropellado al cruzar la calle dando tumbos, por el autobús número cuarenta. En él viaja Marta Fernández, tercera generación de inmigrantes mexicanos enriquecidos por el negocio del tequila. Y arruinados por el negocio del juego. Que mira nerviosa el reloj, se levanta y se dirige al conductor...oO

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