Bodegón mental

Me he quedado dormida. Con cuidado me alejo para no despertarme mientras me veo a mí misma inerte. Mis párpados soportan el peso de cien siglos, mi cuerpo intenta inutilmente despojarse de este cansancio eterno. Y me siento tan sola que penetro en mi mente para quedarme un rato haciéndome compañía.

Apenas he llegado y me he encontrado una niña que corre dejando tras de sí cristales rotos que nadie recogerá. Enfrente una mujer llora, ha perdido a su bebé. Al lado, cartas de amores perdidos, "he conocido a otra chica"- dice él, después invierno. Arriba un Dios olvidado. Abajo el fango. Un unicornio azul cruza, se ha ido por enésima vez. Los dedos ateridos, cansados de contar botellas. Pastillas, decenas de pastillas en una garganta que ya no puede gritar. Una pequeña adulta antes de tiempo. Un joven frustrado. Secretos. Hay también una cama de hospital demasiado grande para un niño demasiado pequeño, una firma temblorosa que autoriza conectar a un respirador, un adiós desgarrado, esta noche no podré quedarme con él ...

En un cruce me encuentro a mi antiguo amor. Un café que dura más de doce horas. El temblor de mis piernas. "Estás loca". Me la juego. Gano. Hoy duerme a mi lado. Le acompaña una feliz princesa que, sin saber por qué, a veces llora en el colegio. Junto a ella su olor sobre mi pecho y su cuerpo debilitado que poco a poco se consume. Se ahoga. Grito su nombre. De nuevo respira, siento alivio. Lloro.

Más escondidos están los tiempos felices, la música, noches estrelladas y fuegos de campamento, amigos, el humo de un cigarro, mi risa, playas bañadas de luna llena, una furgoneta, sonidos celtas, sidra, cabañas, montes, fiestas de pueblo, la voz de mi padre con su eterno repertorio, dos niños entre gallinas, mi abuelo y su radio, excursiones en bicicleta, la noche de reyes, mi madre cosiendo, ... Y aquí me quedo, quiero saborear una vez más tanta felicidad olvidada, cuando no había peso.


Comentarios

Es precioso.


Josex
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