No quiero soltarte la mano

Me lo he propuesto, sí.
Soltarte.
¡Tantas veces!

Pero siempre
acabo por desdecirme,
me retracto,
sucumbo.

Porque no quiero.
No quiero soltarte la mano.

Aunque ya apenas pueda verte,
ni tú me mires,
ni se te escuche...

Mientras,
sigo agarrando fuerte.
Creyéndote
todavía ahí
sólo
porque yo no te suelto...

Mas,
como el agua,
te me vas
entre los dedos.


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