Insomnio

No sé cómo ni por qué otra vez estoy aquí, en esta playa en la que tantas veces he recalado. Desnuda y sola, sin equipaje. Mejor así: sólo piel, piel y sal, nada más.

Ayer parece lejano y mañana no existe. Tampoco estás tú ni tu risa, tampoco me hace falta. Sí, he querido olvidar tu risa y el sabor de tu boca. También tu olor, que creía imborrable...

La marea ha traído botellas que llevaban siglos flotando en el agua. Contienen agridulces palabras que son más que eso: sígnos inequívocos de un naufragio.

Un esbozo de nostalgia quiere colarse entre las olas. Una brisa de prudencia le susurra que no lo haga. Un "dejà vu" me aconseja que no me deje engañar...

No hay gaviotas en esta playa, hoy aborrezco escuchar sus chillidos. Quiero calma, rumor de agua que viene y va; pensar que eso es silencio y silenciar todo lo que bulle en la cabeza.

Te dejo quedarte mirando si no dices ni palabra, tampoco con tus ojos. No te muevas, me despistas.

Y dormir: quince horas, diecisiete horas... ¡veinticinco!

Por favor.