la serenidad del circulo

Es lo malo de la lluvia, susurra un gemido de nostalgia, un llorar interminable. Bien, ¿dos litros o un litro?, mejor dos...
-Me echas dos litros en este garrafón.
-¿Super, normal, diesel?
-Pues no sé
-¿Cuál es la marca de tu coche?
-No tengo coche, siempre viajo en bicicleta.
-¿Entonces?
-¿Cuál arde mejor?
El chico de la gasolinera le mira extrañado
-No lo sé. ¿Estas pensando en hacer un fuego para secarte?
-No, me voy a rociar de gasolina y luego quemarme.
-Oh, ¿Sí?, Espera, que le pregunto al encargado.
Vuelve al instante con el encargado.
-¿Así que va usted a rociarse de gasolina y quemarse?
-Si.
-Bien, entonces creo que la super será perfecta, no nos ocurre mucho sabe usted y el chico es nuevo, entró hace dos semanas, disculpe que no le haya sabido responder- le coge la garrafa- ¿dos litros?
-Si, supongo que dos litros será suficiente.
-Seguro que si- le devuelve la garrafa- le agradezco que confíe en nuestra empresa para este tipo de cosas, siempre estamos al servicio del cliente.
Se va con la garrafa, su silueta se desvanece en la lluvia. El encargado mira seriamente al chico
-¡Que no vuelva a ocurrir!. Ya sabes el lema de la empresa, cliente satisfecho cliente que vuelve, hacer esperar así a un cliente, que vergüenza.

Toda la tarde lloviendo. Empapado, con su garrafón de gasolina en la mano, Juan se dirige al parque de Los Látigos, allí abre el garrafón y comienza a echarse gasolina por todo el cuerpo.
-Oiga joven ¿qué esta haciendo?- le increpa un guarda del parque.
-Rociándome de gasolina.
-Ya, eso lo puedo oler, ¿no estará pensando en quemarse vivo?
-Exactamente, eso voy a hacer.
-¡Esta usted loco!, en un parque lleno de arboles, ¿no se da cuenta de que podría quemar alguno de estos robles centenarios?, aquí esta terminantemente prohibido hacer fuego, ande, lárguese a otro sitio.
Juan cierra la garrafa y se va avergonzado, se sonroja al pasar al lado de uno de los robles. El viento mueve sus ramas en un susurro vivo.

Después de dar vueltas por la ciudad sus pasos le llevan a la calle Varela, no hay arboles a la vista, destapa el garrafón y vierte los dos litros de gasolina sobre su cuerpo, mete su mano en el bolsillo para sacar un mechero, no está, busca en el otro bolsillo, nada, en la cazadora tampoco, que contrariedad.
-Perdone señora tiene fuego.
-No, no fumo jovencito, y usted debería dejar esos hábitos tan malos.
-Perdona tienes fuego.
-Si. Joer que peste, deberías cambiar de colonia.
-Es gasolina, me voy a quemar y me he dejado el mechero en casa.
-¿Te importa que mire mientras lo haces?, es que el único bonzo que he visto en mi vida ha sido en la tele, tengo curiosidad, ¿sabes?.
-Tú misma.
-¿Te enciendo o lo haces tú?.
-Prefiero hacerlo yo, gracias.
Enciende el mechero y se acerca la llama al cuerpo, en un instante está completamente cubierto de llamas. Se convierte en una antorcha de la que salen gritos y gemidos, da vueltas sin ninguna dirección.


Comentarios

algo cojo el final no?, está terminado el relato?


Anónimo
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Javi
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ya, claro.


Nagual
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esta es la primera ratonera con palabras, ¡y caze al raton!


Javi
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mikelocachelo
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Que esperas, que venga superman y le salve con su aliento gélido? :-)

Yo creo que el final está bien.


Josex
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enpeñado en buscar el final al final nunca vas a encontrar el final y cuando encuentres el final del circulo me llamas, vale?


Javi
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me gusta, sobre todo la parte de..."la lluvia susurra un gemido de nostalgia"


Anónimo
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