Viernes- LA SOGA

La misma sensación una noche más. Se acuesta, apaga la luz. Está tumbada boca arriba y siente una soga en el cuello. Pura imaginación, cuerda de fantasía nunca mata. Pero desea apretarla más. Esto sólo dura unos instantes, luego se duerme. Siempre igual.
“¡Qué extraño!” afirman algunos . “Eso quiere decir...” Se atreven a interpretar otros.
¿Pensamientos suicidas? En absoluto, así se relaja.
Sujeta el nervio, controla su malestar y se tranquiliza. Así me lo contó.


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Una noche menos. Menos que olvidar o menos que recordar. Algo que siempre sucedió, y que no será necesario recordar por razones obvias. La televisión arde entre silencios mientras nos besamos en un silencio absoluto, relativo, es indiferente.

La soga se tensa sin libertades, con imágenes bicolores que tiñen el silencio de sombras que ocultan los besos que nunca se dieron.

Nadie sabe de lo que se habla.

Pero no es necesario.

No importa.

El porro está apagado en el cenicero, el hielo se deshizo, el whisky se acabó. Un pensamiento infantil, ridículo y pueril se apiada de mí. Lloremos en el subconsciente mientras emborrachamos nuestros futuros encuentros.

Y entre tanto caos, otra copa, por favor.


litost
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