Columnistas (III)

AZAR DE JUVENTUD

Relatividad; La razón alimenta la ciencia. Música; La pasión, el amor. Magia; La juventud, el olvido. Entremos en la burbuja mefistofélica traspasando ese miedo fronterizo que nos absorbe la adrenalina y nos solidifica la emoción. Hablo de seguir el ritmo de un riesgo irracional y bello, a expensas del que sigue el tosco mundo donde millones de sonrisas inventan falacias con que entretener a otro millar de ellas, que sonreirán con la misma vehemencia, cual códigos de barras que se repiten sin identidad.

Arrinconada queda aquella felicidad ceñida a unos límites que establecen alegremente los que nunca la encontraron y rebusco el nihilismo en cada desayuno, huyendo del tráfico electoral y dibujando sobre el vaho de los cristales contrariedades que alimenten ese ego que unas veces me sonríe en el espejo y otras se ríe perezosamente de mí.

Relatividad. Música. Magia. Por qué esperar.

Mientras que por el día danzamos al compás que marcan las subrogaciones y vemos la rapidez con que se calculan plusvalías y se firman hipotecas, por la noche nos rodeamos de un ejército de farolas que nos lanzan besos en paracaídas, y el ambiente se torna propicio para ligar con futuros críticos que nos invitan a sus atmósferas a cambio de cargarlas etílicamente. La noche disimula la pasmada realidad. David Glimour seguirá preguntando What do you want from me eternamente.

Ya nos cansamos de promiscuidades estériles, de canciones canallas, de amigos que nunca lo fueron (ni serán). La televisión espera apagada y pasamos páginas mientras el tahúr que llevamos dentro busca desesperadamente un número por el que apostar, haciendo caso omiso a consejos financieros del tipo no poner todos los huevos en la misma cesta, y a sabiendas de que en el juego unas veces se gana, y otras se pierde. Y que afortunadamente, eso se sabe una vez que ha terminado la partida. Nunca antes.

Lítost
1 de noviembre de 2004


Comentarios

Profusión de palabras sazonadas por puntos de color, con un aire de nocturnidad y ligeramente diluido en una neblina de nostalgia...

Y es que estas cosas que escribes me dejan un poco entre confuso, curioso y obtuso -rimaba, de Mefistófeles a David Gilmour, será la relatividad musical de la magia, preguntándome si me gusta porque no lo entiendo o no entiendo por qué me gusta... :-)

Por las promiscuidades, mejor estériles, que nunca ganemos lo bastante para dejar de jugar, y sigamos dejando apagada la televisión...


Josex
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Descubrir lo que dicen las palabras no siempre es la mejor forma de aspirar su relativa, mágica y musical belleza. La ambigüedad y la ausencia de indiferencia son mis iniciales pretensiones.

Por las promiscuidades.


litost
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Realmente todo lo que escribes no me dice nada.
Enla sencillez reside la belleza.


Anónimo
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Realmente todo lo que escribes no me dice nada.
En la sencillez está la belleza.
Deberías leer lo que escribe emilianus y mikelochelo eso sí que me pone los pelos de puntas.


Anónimo
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Lo leeré, descuida. (Y gracias)

Depende para quién, las cosas dicen mucho, o no dicen nada. Al igual que las miradas.

No hay verdades absolutas. Tal vez infinitos universos particulares.


litost
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