Mermelada de Silencios

-Sabe amarga. Joder, que si sabe amarga. ¿Es tan difícil hacer algo dulce?, Ni las galletas ni las tartas te salen bien. Y ahora ni la mermelada. ¡No vales para nada! Anda tráeme una botella de vino para quitar este sabor asqueroso.
¡Y te lo he dicho cien veces! Nunca hagas mermelada llorando, jamás de los jamases. No hay azúcar que quite esa amargura, se queda ahí, y luego se va por la garganta y ya ni el vino cura esto. Por eso lloran los niños constantemente, por tu culpa, por esa amargura con la que llenas nuestras barrigas y nuestra casa. Esto no hay quien lo aguante. ¡Tráeme más vino! Mermelada amarga, que asco. No sé qué hago contigo. Tienes suerte que aún te aguante, que si fuese otro estabas en la calle. Anda, úntame otra rebanada que al menos con el vino se pasa. Y rápido, desgraciada.
¿No tienes nada que decir eh? Me mato a trabajar y para que, para pagar tus lágrimas. Yo debería llorar cada vez que te veo. Pero mírate, cada día más gorda y más fea. Anda trae el puto vino de una vez y úntame otra rebanada de esta asquerosa mermelada, al menos es lo menos asqueroso que hay en la cena.
Y dale, y sigue llorando. Deberías estar agradecida de todo lo que he hecho por ti. ¡Eh! Te saque de tu pueblo de mierda donde ahora estarías criando cerdos. Te salve de tus amigas que eran como un club de viajas chismosas y mira que casa te he dado eh. Y aun así, dale que te dale, no sabes más que llorar. ¿Pero qué te falta? Anda, que cómo esté otra vez fría la cena encima… Ven aquí joder, te digo que digas algo…

-Vamos, no me jodas. Esto no ha sido un ataque al corazón ni de lejos. ¿Qué es esta mierda?
-Esta mierda es una autopsia, y lo que hay ahí son mis conclusiones. Para que lo entiendas, para mi está claro; ataque al corazón. No veo otra causa.
-Cago en todo, que no me jodas. No soy gilipollas. La cocina estaba vomitada, su cara violeta, una botella de matarratas casi vacía en la basura. Esta más envenenado que una de las ratas que no encontramos.
-Vas mejorando como detective. Igual le deberías hacer tú la autopsia. Apesta a vino, además.
- ¿Qué quieres decir?
-No quiero decir más que lo que he dicho. Apesta a vino. Igual ha sido el exceso de alcohol la causa del ataque al corazón. O el tabaco. Eso no lo puedo saber.
-Este tío era una mierda, pero aquí nos conocemos todos. No me vengas con la mierda de un ataque al corazón. Eso no me lo voy a tragar.
- ¿A no? En los pasados tres años ¿cuántas veces ha estado ella ingresada? A ver, tengo el dosier. Enero, resbaló en el hielo, pierna rota. Marzo, caída de las escaleras. Junio, se da contra un armario. Julio se ha dado con el mismo armario de nuevo. Noviembre quemaduras con la tostadora. Diciembre, caída desde la bici, clavícula rota. Y…
-¿De que estas hablando?
-De que eso si te lo tragaste, y varias veces, que nunca te has molestado en hacer nada con lo que pasaba. ¿Cuántas veces te dije que iba a terminar mal? Y mira me equivoqué, porque el muerto es él y ha terminado bien.
-No me vengas con esa mierda. Si no ha denunciado nunca ¿qué cojones podía hacer yo?
-El tampoco ha denunciado, así que mejor que ahora no hagas nada.
-No me jodas ¿eh?, hablamos de un asesinato. Joder, ¿has analizado la mermelada? Si solo con olerla tira para atrás.
-Está en el dosier. No he encontrado nada raro. En tu mano esta buscar una segunda autopsia o dejar que mañana incineren el cadáver. Tú mismo. Yo no voy a hacer más. Continuar con el silencio de estos años. Si no lo haces por ella, déjalo por los niños.
-Mierda, mierda. No me vengas ahora con esa mierda. Todo el pueblo sabe lo que ha pasado.
-También saben lo que lleva pasando en esa casa durante años y no parece que a nadie le haya importado. Quizá sea un buen ejemplo para el pueblo.
-Tú no eres de aquí, no deberías meterte en ciertos asuntos.
-He visto esta historia demasiadas veces. Aquí, allí, y la seguiré viendo. Siempre es igual, con distintas caras, con distintos nombres, con distintas esquelas, con distintos silencios, y al final es una larga cansina historia. Y lo peor es que nunca nadie tiene la culpa. Ellas mueren y nadie tiene la culpa, hasta parece que tienen ellas la culpa por morir.
-Te estas jugando mucho, ¿sabes? te das cuenta de la gravedad de una autopsia falsa.
-Bueno, yo soy el médico del pueblo, no soy un especialista en autopsias. Todos nos podemos equivocar.
-Joder me pones en una posición jodida, la verdad es que es mejor para todos que él no este, pero no quiero meterme en esto.
- ¿No quieres meterte en esto? Estas metido desde hace años y lo sabes. Desde la primera vez que la ingresaron es tu cosa. Se supone que tu haces cumplir la ley ¿no? ¿Y porque no lo has hecho? ¿Sabes con lo que me vienes ahora? Con miedo. Lo que ha pasado allí no es una vergüenza de una casa. De un hombre. Es una vergüenza de todos, de los que callaron sabiendo, de los que no hicieron nada, de los que la culpaban a ella. De los vecinos. De quién no le ofreció dónde esconderse. De quién no le pidió huir. Una triste historia que no es ajena a nadie. Que se repite mientras nos asombramos sin hacer nada. No voy a repetir la autopsia, porque yo no soy quien para juzgarla. Déjala libre anda, déjala por primera vez en su vida libre. Se quedo por sus hijos, y los ha cuidado siempre bien, a base de quedarse con todos los golpes. Hace demasiadas alas rotas que se lo ha ganado.


Compra el libro en Lulu.