Merelada de Viento

- Medio kilo de Huracán, un poco de Brisa para el aroma, dos cucharadas, a fuego lento. Remuévelo despacio cinco minutos y si ves que queda demasiado seca, añade unas gotas de Monzón, pero con mucho cuidado; si te pasas te va a quedar como un charco. Lo puedes, quizá, arreglar con un viento de Santa Ana, pero mejor tirarla y empezar de nuevo. ¿Se me olvida algo? Ah sí, el Siroco, siempre se me olvida el Siroco. De este a tu gusto, espolvorea cuando se esté enfriando la mermelada, hay a quien le encanta y a quien le parece una locura añadirlo. Que no se te vaya la mano con el Siroco eso sí.
Luego deja reposar antes de hacer nada, no demasiado, que se mezclan. Si te pasas de Huracán, de reposo y de Monzón te puede salir un Tifón, que de estructura está bien, pero de sabor no es nada.

La temperatura es muy muy importante, mézclalo todo despacio y no lo dejes hervir, ten siempre viento del Antártico a mano y si se te termina, queda un pequeño tarrito en la despensa, utiliza Brisa de mar del norte, que ya sabes que es fácil de comprar y conseguir. A tu gusto.
¡Ah ya! En ese tarro están el viento Košava, yo no lo utilizo mucho para las mermeladas, pero hay tantos gustos como vientos y tantos vientos como gustos. Tiene un sabor muy suyo, y ya sabes que nunca hay que abrir el tarro antes de las diez de la mañana y jamás de los jamases en invierno.

Y si cualquier cosa llámame. No tengo teléfono, que para eso son vacaciones, pero siempre puedes llamarme con un grito. Probablemente no lo oiga porque voy bien lejos, pero gritar ayuda a relajarse, así que grita si necesitas algo.

El secreto de una buena mermelada de viento es no tener miedo. El miedo estropea las recetas, bueno, el miedo estropea todo. Siéntete libre. Utiliza lo que quieras. Estamos un poco escasos de viento Etesio, que se dio mal la recogida en primavera y en verano fue muy consumido, pero lo hemos pedido ya y un par de tarros están en camino, pero tú, si lo has de usar, lo usas, echa muy poquito.
Ahora queda todo a tu cargo. ¡Suerte! Aquí está el gorro de cocinero. Ahora todo depende de tí. Le abraza, le pone el gorro de chef en la cabeza.

-Pero…

No hay respuesta ya sus pasos se alejan escalera arriba y la puerta se cierra. Mira los tarros, cada etiqueta tienen un nombre de viento, Aliso, Chinook, Cierzo, Beduino, Monzón. Cientos de ellos. Alguno le suena de algo, pero la mayoría no los conoce.
Entra el pinche corriendo. -Mesa 6 Una tostada con mermelada de Aliso, Mesa ocho tres de Monzón, uno sin Siroco.
Busca en los botes, viento Monzón, -Está vacío. - El pinche le mira extrañado mirando el bote. -Está lleno, muy gracioso. Apúrate por favor que en la mesa seis están un poco impacientes.
Un sudor frio le recorre en una gota de agobio resbala en su cara. Mira los tarros absurdos, los fogones, las cazuelas, la cocina. Abre una nevera y ve dos grandes tarros, viento Simún, viento Hamattan. La cierra, en el congelador hay sacos de viento Jazri y otros vientos.
Pone sus manos en la cara y susurra “no entiendo nada”
Entra ahora el gourmet -vamos espabila, los clientes se empiezan a impacientar. ¿Aún no has empezado? - Gruñe antes de salir con hermosos cubiertos dorados.
Sólo en la cocina, -a ver que dijo “medio kilo de Huracán…” coge el tarro con la etiqueta “Viento Huracán” y lo posa en la encimera, una cazuela grande metálica y cansada de cocinar posa en un gran fogón. -Medio kilo, ok, mira el tarro y no ve nada dentro, abre entonces el tarro y cae hacia atrás empujado por algo invisible y en un escalofriante sonido, el viento comienza a soplar en la cocina, tirando cazuelas, abriendo puertas. Se agarra con las dos manos a una barra de la cocina para no ser arrastrado, todo da vueltas en el aire, sale un sonido de la cazuela, consigue, sudando coger la tapa, pero el viento le arrastra, lucha con él, un paso, unos centímetros y cierra la tapa de la cazuela, todo se calma.
Se acerca al bote de brisa de mar, lo abre y rápido pone dos cucharadas en la cazuela, abriendo un poquito la tapa y cerrando rápido.
Lo deja a fuego lento. Y comienza a limpiar la cocina. Un par de tarros caídos, pero por suerte no rotos.

Entra el pinche. -Huele delicioso, -mira extrañado el tarro de Huracán abierto y tirado sobre la repisa. -Veo que se ha terminado, luego traigo otro, pensaba que quedaba al menos para hoy. - Se va
Remueve a los cinco minutos y ve que comienza a cobrar una forma trasparente, lo deja un poco más y abre de nuevo, ahora tiene un color grisáceo y denso. Busca en la vitrina un pequeño tarrito, “ok Monzón”. Echa unas gotas y lo deja unos segundos. Lo abre y prueba… delicioso.
Lo distribuye en tres platos y espolvorea un poco de viento Siroco en tres de ellos, con mucho cuidado, un poco se va hacia la ventana, pero el resto queda perfecto. Un plato con unas tostadas deliciosas al lado.
El gourmet entra - oh, perfecto – dice en un hermoso acento francés. Coge cuidadosamente los cuatro platos y los lleva sonriente.
-Mesa tres ha vuelto los cubanos – dos de mermelada de viento Bayamo y una de Bora.
-Mesa cinco – Un viento Foehn medio pasado de sotavento y un Vendaval.

….

- Deliciosas vacaciones. Veo que todo está aquí bajo control. -le quita el gorro y se lo pone -No esperaba menos, Ahora te puedes despertar ya.
- ¿Despertar? Eh, esto no es un sueño.
-Si… un sueño. - dice riendo.

Se despierta sudoroso, amanece ya, ella le mira y le besa. -Alguien ha tenido una mala noche. Y ese alguien tendría que apurarse un poco. ¿Has tenido una pesadilla?
-Supongo… no se …creo que no. Era un sueño demasiado real, soñaba con tu padre.
- ¿En serio? Luego me cuentas que voy un poco tarde. Por cierto, ahora que hablas de papa, ayer llamó. Dice que tiene un par de nuevas recetas de mermelada que le pedí hace unos días y que pases por el restaurante antes de ir al trabajo a probarlas. Dice también que a ver cuándo dejas tu aburrido trabajo en la oficina y te vas a trabajar con él, que el pinche se ha marchado y ya le toca irse de vacaciones.
- ¿Lo ha dicho en serio?
- ¿En serio? Con mi padre nunca sabes cuando habla en serio o en broma. Esta en otra realidad, ya sabes. Y esa cara… no… ¿no estarás pensando…


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