Cuentos de transición

ME GUSTA FOLLAR EN LAS MESAS (CUENTO CAMBIANTE)
LE GUSTABA TOQUETEARSE
LA SERENIDAD DEL CÍRCULO
MIERCOLES

ME GUSTA FOLLAR EN LAS MESAS

Me gusta follar en las mesas. He follado en la mesa de la cocina, en la mesa de la salita y una vez follé en la mesita... la rompí. Ahora tengo la lámpara en el suelo, es una putada para leer, pero, como no puedo leer por la falta de luz, me masturbo pensando en el polvo que eché en la mesita. A veces leo tumbado en el suelo, al lado de la lámpara, pero no me gusta follar en el suelo, para nada, por esta razón es por la que comencé a acudir al psicólogo. Ella me dijo que no era normal esa obsesión por no follar en el suelo, "obsesión" utilizó, yo no creo que sea una obsesión, quiero decir, obsesión sería querer hacerlo en el suelo a todas horas, pero no querer follar en el suelo no puede ser una obsesión. Una manía o algo así quizá, pero obsesión... Ese era el problema, cuando se rompió la mesita y acabamos en el suelo no pude seguir, simplemente no pude, ahí en el suelo.
Pero la mesita era de la abuela, le tenía un cariño especial, fue lo único que consiguió salvar de la casa en llamas cuando los fascistas entraron a por su marido, se lo llevaron, lo mataron de un tiro, lo tiraron a una fosa con veintisiete no se que dijeron más, y envejecieron sin que nadie les hiciera pagar, ahora van a votar, decía mi abuela, los muy hijosdeputa a la derecha. Eso decía llorando cada vez que había elecciones, eso y que aquí no había cambiado nada, solo los nombres, que mira el Fraga ese como se atreve a crear un partido, eso decía la abuela.
La pobre, se murió de pena, cuarenta años después de que matasen a su marido, la pobre mesita, rota.

FAUSTO SIGLO XXI

-Pero, si gano...¿que gano?, y si pierdo, ¿que pierdo?
Reflexionó un rato sobre sus propias palabras y sonriendo dijo.
-¡trato hecho!
-¿trato hecho sin saber lo que has de ganar o perder?. Preguntó moviendo su cola roja y rascándose un cuerno.
-Sí, así sabré lo que realmente quiero y de lo que tengo lo que realmente me importa.
Diciendo esto firmó para jugarse el alma, leído antes tres veces Fausto y toda la literatura sobre compra -venta de almas que sus ayudantes habían conseguido encontrar.
Fue una semana después cuando leyendo la letra pequeña, en la página 666 de su copia del contrato encontró el apartado 862 que decía así:
"la extracción del alma se realiza en el caso de mujeres, léase apartado A, en el caso de hombres léase apartado B"
Pasó a leer el apartado B.
"La extracción se realizara por el agujero del pene, teniendo el máximo cuidado de no rasgar la vejiga ni los genitales. No respondemos de daños secundarios producidos por susodicha extracción"
Un escalofrío recorrió su espalda y pasó toda la noche pensando en lo que podía llegar a doler tal cosa. por fin consiguió dormir para despertarse en medio de una pesadilla en la que veía al diablo riendo mientras agarraba una especie de luz azul de la que colgaban su vejiga y sus huevos ensangrentados. Volvió a leer esa parte del contrato y se quedo en la cama envuelto en un sudor frío.
Pero la mañana le relajo, nada parecía poder dañarle ahora que el sol entraba por la ventana rozando su cara. Las 8 y 17. Había mandado diseñar la casa para que girase o se inclinase según la posición del sol, cada día a esa misma hora el sol tocaba su cama. Luego para los días nublados tuvo que fabricarse un sol artificial, que subía hasta alcanzar las nubes y sustituía perfectamente el sol verdadero.
Mandó reunir a todo su equipo de abogados y les entrego el documento. No hubo ni una cara de asombro y empezaron a trabajar sobre aquel contrato. Dos días después seguían sin dar respuesta, a los tres días uno de ellos salió, con ojeras y prisa y volvió a entrar sin una palabra con una bolsa de 50 gramos de cocaina y varias botellas de whisky. A los cinco días un grupo de prostitutas subió y pasaron varias horas con ellos. A los seis días tuvo que venir la ambulancia a llevarse a uno de ellos en su tercer infarto. A los ocho días la esposa de uno de ellos llamó preocupada porque no había sabido nada de él en esos ocho días, con lo cual, todos los demás llamaron a sus respectivas familias diciendo que se les había alargado un poco el trabajo. A los diez días, cansado de tantas noches en vela entró enfadado para pedir una respuesta.
-Nada. El contrato es perfecto, no hay por donde atacarlo. Muy buenos abogados. La única posibilidad sería recurrirlo, podríamos postergarlo entre 4 y 8 años, pero al final...
-Siempre hay otras posibilidades...ya sabes- dijo uno de los abogados más viejos-un contrato es un contrato, pero si una de las partes desaparece...
Golpeo la mesa enfadado y les echo a todos, se quedo a solas. Pensó en postergarlo, pero, ¿para qué?, más noches soñando como extirpaban sus genitales al sacarle el alma. Decidió acabar con todo eso lo antes posible.
-¿te ha entrado a prisa?
-Si... leí el apartado 862.
El diablo estallo en una carcajada, -siempre es igual, siempre es el que más asusta.
-¿comenzamos?
-Bien, ¿quien empieza?, sonrió el diablo.
-Empieza tú.
El diablo tiró los dados sonriente.
-4 y 2, suman seis, ¡no esta mal! dijo perdiendo la sonrisa.
-¡6 y 1 siente!, gane gané! grito entre carcajadas mientras la cara del diablo se deshacía en tristeza - Firma diablo firma, ja ja ja,-reía el banquero gordo.

Fue así hijos míos como el diablo firmo una hipoteca sobre el infierno. Como cualquier pobre diablo diez años después, en una mala racha no pudo pagar una letra y el infierno paso a manos del gordo banquero.
Ahora el pobre diablo vive a las afueras de la ciudad, en una de las miles de casa de cartón, que agujerea con los cuernos cuando se levanta y eso la llena de goteras. ¡Ni siquiera el rabo le cabe dentro!
Si os portáis mal hijos, iréis al infierno donde ahora manda el gordo banquero y sus amigos que os pondrán a trabajar en el club de golf, a cocinar en sus restaurantes, a limpiar sus grandísimos mansiones. ¡Ay hijos míos!, sed buenos que sino echareis de menos el fuego eterno.

LE GUSTABA TOQUETEARSE

Le gustaba toquetearse… simplemente deslizar su mano derecha por debajo de sus pantalones y toquetearse. Lo reconoció como un vicio o costumbre, según el cuando, cuando empezó antes de borrar todas esas sucias ideas católicas lo pensaba en vicio, en pecado, luego con el crecer y ver mas allá del miedo lo pensaba en costumbre, luego con las riñas de aquella novia que ya ha olvidado lo volvió a pensar en vicio, ahora le importaba un carajo, y hasta había enseñado a su mano izquierda a deslizarse debajo de sus pantalones y rozar su pene, suavemente delicadamente, con calma. No se masturbaba muy a menudo, o al menos no más de tres al día, eso, y medio paquete de tabaco, de los de veinte, le saciaban.
Era escrupuloso en su vestir, pero siempre llevaba el cinto un poco mas flojo de lo que debería, espacio para su mano en devaneos. Gris o azul claro, dependiendo de la temperatura, una vez le vi con sombrero, una sola vez.

Eso es lo único que sé de él después de veinte años de amistad. ¿Amistad?, necesidades comunes simplemente, coincidencias, momentos juntos, yo no diría que fue mi amigo, creo que no podría decir nada en su funeral, sería absurdo, yo no soy la persona adecuada.

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Al principio me hizo gracia, todo de él me hacia gracia… que joven ha muerto, ¿eran treinta y seis?… ah, treinta y siete, es verdad, he perdido la cuenta, son casi tres años sin saber nada de él. Es curioso, ahora lo pienso y hasta me parece mentira no habernos encontrado en tanto tiempo. Sí, fue una relación larga ¿sabes?, siete años. Si lo pienso me parece la relación mas corta que he tenido, era como no estar, tan poco sentimiento ¿sabes?, así nunca puedes llegar a odiarte, claro, tampoco a amarte, pero al principio me hacía gracia. ¿Por qué? Me sacaba de quicio esa costumbre, ¿sabes?. Ves lo que hacen los hombres, no sé, cuando hablan por teléfono, ¿sabes?, fíjate en la mano que no utilizan para hablar. Y cuando ven la tele, algunos ¿sabes?, él era todo el día, todo el día con la mano debajo de los pantalones. Al principio supongo que ni lo note no me acuerdo, pero con el tiempo se me hizo insoportable, esa es la única sensación que de verdad me hizo sentir, ¿sabes?. Esa rabia continua. Al final le deje, me acuerdo que ese día llevaba un sombrero, nunca se lo había visto, se metió la mano debajo de los pantalones y se fue tranquilamente ¿sabes? Claro que no, que puedo decir de él, ni siquiera voy a ir… podéis enterrarle con la mano debajo de los pantalones seguro que le haría feliz.

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Sí, trabaje con el antes de cambiarme de empresa. Entramos la misma semana, era su primer trabajo, yo ya había tenido varios. Durante tres años trabajamos juntos, luego después de la huelga nos despidieron a varios, mejor, vaya banda de hijos de puta. ¡Uy! ¡perdón padre!…. Bueno, ¿así que siguió en el mismo trabajo hasta ahora?. ¡Que valor!. Debería llamar a sus jefes para que hablaran de el en el funeral, supongo que le querrían mucho. Esos cerdos, nos despidieron sin mas, así, y el sindicato al final acabo cediendo, nos vendieron como carne, después de la huelga la tele, la hermandad. Él ni siquiera vino, fue a trabajar y cuando llegó a los piquetes se metió la mano debajo del pantalón y se empezó a toquetear, lo hacía mucho, bueno, siempre, siempre se estaba tocando los huevos, perdón padre, en el sentido literal. Trabajadores como él es lo que se necesita para volver a la jornada laboral de siete días, esquiroles, que vayan sus jefes al funeral… ¿qué? ¿respetar a los muertos?, ¡¡respetar a los vivos, joder!!... que os jodan a todos los putos curas.

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Pues si, mire, fue siempre una relación doctor-paciente. Vino la primera vez después de que le dejase su novia, habían estado casi ocho años juntos, y fue un caso apasionante. Recuerdo su primera frase “no sentí absolutamente nada cuando me dejó, de echo por lo general no siento absolutamente nada, solamente siento algo al tocarme”. Yo soy psiquiatra y he visto de todo. Pero el fue un caso increíble... no debo hablar de mis pacientes. Ah, muerto, que pena... entonces supongo que no hay problema en comentar su caso. Me acuerdo muy bien, no encontré ningún tipo de problema, después de dos años de sesiones me di cuenta de que simplemente le gustaba tocarse el pene, compulsivamente, pero que quiere que le diga, hay gente que se rasca compulsivamente y eso si que acaba haciendo heridas, lo de él no era grave, no hubo problemas que arrastraba de la infancia como pensé el primer año, luego busqué otras cosas pero nada, imagínese en la sesión de hipnotismo al que le sometí simplemente se metió la mano debajo del pantalón y se empezó a toquetearse. Al final reconocí que yo no le podía ayudar, es la primera vez que me pasa, pero tampoco creo que necesitara ayuda, simplemente le hicieron pensar que la necesitaba. Eso fue hace aproximadamente un año, no supe mas de él.
¿De que murió por cierto?… ¡¡¿¿si??!!, ¿de verdad?... ¡¡Increible!!

LA SERENIDAD DEL CÍRCULO

Es lo malo de la lluvia, susurra un gemido de nostalgia, un llorar interminable. Bien, ¿dos litros o un litro?, mejor dos...
-Me echas dos litros en este garrafón.
-¿Súper, normal, diesel?
-Pues no sé
-¿Cuál es la marca de tu coche?
-No tengo coche, siempre viajo en bicicleta.
-¿Entonces?
-¿Cuál arde mejor?
El chico de la gasolinera le mira extrañado
-No lo sé. ¿Estas pensando en hacer un fuego para secarte?
-No, me voy a rociar de gasolina y luego quemarme.
-¡Oh!, ¿Sí?, Espera, que le pregunto al encargado.
Vuelve al instante con el encargado.
-¿Así que va usted a rociarse de gasolina y quemarse?
-Si.
-Bien, entonces creo que la súper será perfecta, no nos ocurre muy a menudo sabe usted y el chico es nuevo, entró hace dos semanas, disculpe que no le haya sabido responder- le coge la garrafa- ¿dos litros?
-Si, supongo que dos litros será suficiente.
-Seguro que si- le devuelve la garrafa- le agradezco que confíe en nuestra empresa para este tipo de cosas, siempre estamos al servicio del cliente.
Se va con la garrafa, su silueta se desvanece en la lluvia. El encargado mira seriamente al chico
-¡Que no vuelva a ocurrir!. Ya sabes el lema de la empresa, cliente satisfecho cliente que vuelve, hacer esperar así a un cliente, que vergüenza.

Toda la tarde lloviendo. Empapado, con su garrafón de gasolina en la mano, Juan se dirige al parque de Los Látigos, allí abre el garrafón y comienza a echarse gasolina por todo el cuerpo.
-Oiga joven ¿qué esta haciendo?- le increpa un guarda del parque.
-Rociándome de gasolina.
-Ya, eso lo puedo oler, ¿no estará pensando en quemarse vivo?
-Exactamente, eso voy a hacer.
-¡Esta usted loco!, en un parque lleno de árboles, ¿no se da cuenta de que podría quemar alguno de estos robles centenarios?, aquí esta terminantemente prohibido hacer fuego, ande, lárguese a otro sitio.
Juan cierra la garrafa y se va avergonzado, se sonroja al pasar al lado de uno de los robles. El viento mueve sus ramas en un susurro vivo.
Después de dar vueltas por la ciudad sus pasos le llevan a la calle Parroquia, no hay árboles a la vista, destapa el garrafón y vierte los dos litros de gasolina sobre su cuerpo, mete su mano en el bolsillo para sacar un mechero, no está, busca en el otro bolsillo, nada, en la cazadora tampoco, que contrariedad.
-Perdone señora tiene fuego.
-No, no fumo jovencito, y usted debería dejar esos hábitos tan malos.
-Perdona tienes fuego.
-Si. joer que peste, deberías cambiar de colonia.
-Es gasolina, me voy a quemar y me he dejado el mechero en casa.
-¿Te importa que mire mientras lo haces?, es que el único bonzo que he visto en mi vida ha sido en la tele, tengo curiosidad, ¿sabes?.
-Tú misma.
-¿Te enciendo o lo haces tú?.
-Prefiero hacerlo yo, gracias.
Enciende el mechero y se acerca la llama al cuerpo, en un instante está completamente cubierto de llamas.

A mitad de la crema se quedó pensativa, miró a su papa y a su mama que comían en silencio, y les contó -Hoy he visto una cosa muy curiosa, cerca del parque de Los Látigos, un chico jovencito, creo que de mi edad más o menos me pidió fuego, entonces le deje el mechero y se prendió vivo...
-¿Le dejaste el mechero?- gritó la madre enfadada- ¿y que hacías tú con un mechero?. ¡No me digas que has empezado a fumar!.
-Claro que no mama, era el regalo que le pensaba hacer a Carlos, el mechero era de plata y le había grabado su nombre, pero se quemo con el chico, una pena.
-Esta juventud- dijo el padre sin quitar los ojos de la crema de espinacas -¿era el mechero que vimos ayer en la tienda?
-Si, ese tan bonito.
-Que pena de mechero, era precioso. No te preocupes que ya te daré dinero para que compres otro, y ten más cuidado con él esta vez.
-Claro papa lo tendré.
Y siguieron comiendo tranquilos y en silencio.

MIERCOLES

Miércoles de un frío enero. Susurrado en un gélido viento que asola Moscú. Dos alcohólicos muertos. Ivan Pertrovich a las dos y siete minutos de la madrugada, tumbado en el suelo después de ingerir más de dos litros de Vodka. No lejos de allí, en Washington, cuarenta y ocho horas antes de que el último ser humano desaparezca de la faz de la tierra, James Mathow, con cerca de litro y medio de wiski en su estómago, es atropellado al cruzar la calle dando tumbos, por el autobús número cuarenta. En él viaja Marta Fernández, tercera generación de inmigrantes mexicanos enriquecidos por el negocio del tequila. Y arruinados por el negocio del juego. Que mira nerviosa el reloj, se levanta y se dirige al conductor.
-¿Vamos a seguir mucho tiempo aquí parados?- pregunta histérica.
-Depende... si está herido sobre quince minutos y si está muerto media hora... pero si esta herido y se muere en esos quince minutos no baja de cuarenta minutos seguro... ¿Acaso desea la señora hacer una apuesta?.
-¡Mierda!.- Sale corriendo y un minuto y treinta segundos después coge un taxi. -A la Casa Blanca, y rápido- dice mientras recupera el aliento.
-Rápido y a la Casa Blanca, la señora paga la señora manda.- Responde sarcástico el taxista.
Llegan en once minutos y treinta y ocho segundos, Marta respira aliviada, ha ganado seis minutos respecto al autobús.
Raymon Nermon, vigilante de seguridad en la entrada, le guiña un ojo. Hace exactamente tres días y siete horas que ha hecho el amor con Marta, por vigésima tercera vez. Él aún no sabe que está enamorado de ella, ninguno de los dos sabe que uno de sus espermatozoides se ha fusionado con un óvulo de Marta, que si la raza humana no se extinguiera dentro de dos días y seis horas hubiese nacido un bebé de tres kilos doscientos gramos al que le llamarían Jose.
Sonriendo le hace una reverencia –La reina no debe perder un instante, adelante.
Sus dos compañeros de seguridad se ríen. Uno de ellos mira disimuladamente sus pechos y se recrea imaginándose la escena sexual que Raymon les ha contado dieciocho horas antes.
El otro piensa que no parece una chica tan flexible y que Raymon exagera con sus batallitas sexuales.
Y Marta entra sonrojada. Desde la séptima noche que durmió con Raymon ahorra dos minutos y treinta y siete segundos en formalismos para entrar en la Casa Blanca, y gana un piropo distinto que la sonroja cada mañana.

Dos minutos y tres segundo después Raymon y sus compañeros reciben la orden de que “nadie, cualquiera que sea y cualquier razón que exponga debe entrar en la casa blanca a partir de este instante hasta nuevo aviso”.

Mai li, cuece triste trescientos sesenta gramos de arroz, esa es la única comida que tendrán hoy ella su marido y su hijo. Su tristeza no es debida al escaso alimento. Su abuela decía: Nunca es escaso lo que al menos es escaso. Ella piensa lo mismo. Es algo más profundo que no puede explicar. Suspira mientras una lágrima resbala por su mejilla. El arroz crece en el arrozal, el sol nace y muere y el canto del ruiseñor llega a lo lejos. Sus ojos ven, y sus sentidos acarician el mundo. En su vientre crece una niña, los espíritus de los antepasados se lo han susurrado anoche y sabe que no puede nacer, un hijo por pareja; la ley es la ley para casi todos, dijo una vez su abuelo.
Mai li es hermosa, como una sonrisa entre los juncos... cantaron una vez unos labios desdichados que tuvieron que partir, un corazón que tuvo que volar, y convertirse en aquella lágrima que ahora se desliza por su rostro.
Mai li dijo adiós a su hermana gemela hacia años, tuvo que huir, ya que una de las dos no podía haber nacido. Sus padres jamás dejaron que las dos salieran juntas; escondían a una cuando la otra paseaba, fue su secreto hasta que en la gran cosecha, aquella única vez en que lo escaso no fue escaso, reunieron el suficiente dinero para sacar a una del país.
Mai li nunca se preguntó por qué no fue ella. Aquel azar, que por primera vez sintió malo, la habría llevado a un país donde su hija nacería.
No sabía que su hermana había muerto hacía dos días. No volvieron a saber nada de ella desde hacía años. -La que parta no podrá volver, no ha existido, comenzará una nueva vida, donde los dioses la lleven sin mirar atrás, había dicho su padre entre sollozos.
Esa lágrima era el eco de sus sollozos.

El Asesor Presidencial golpeó la puerta enojado, estaba fuera de sí, una de sus cualidades más notables era aquella frialdad con que afrontaba todo, nadie le había visto nunca así.
Volvió a golpear la puerta gritando como un loco.
En ese instante Marta apareció en el pasillo, y se quedó inmóvil, asombrada por aquel montón de gente. Nunca había visto algo así en sus tres años de servicio en la Casa Blanca.
El asesor presidencial volvió a golpear la puerta del servicio con más fuerza.
-¿Qué está pasando?- le preguntó a Lucy, su compañera de trabajo encargada también de la limpieza.
Lucy la miró muy excitada, -es de locos...llevan diez minutos así...de locos...
-¿Pero, qué pasa?-, preguntó de nuevo Marta.
-El Presidente, ¿sabes?, el Presidente... hace unos minutos fui a limpiar el baño como de costumbre pero no pude entrar... y de repente todos se volvieron locos porque había pasado el tiempo de localización del presidente, ¿sabes? Cada diez minutos tienen que saber en qué sitio está...y lleva ahí más de media hora...
-¿Me estas diciendo que?
-Sí, el Presidente se ha encerrado en el baño... no quiere salir...
-¿Qué?
El Asesor Presidencial volvió a golpear la puerta .–¡Salga!, ¡salga!- gritó,-debe salir...
Un murmullo con la voz del presidente se oyó desde dentro...
-He dicho que no quiero... no quiero...
El Jefe de seguridad se acercó al Asesor..
-Tiremos la puerta abajo, así de sencillo...- dijo un poco nervioso...
-Sí,- le apoyó el Consejero...
El Asesor les miró rendido –Ojalá fuese tan sencillo...
-Es una puerta, al fin y al cabo es una puerta...-repitió un guardaespaldas
-Una puerta de más de un metro de espesor... para ser más exactos una caja indestructible...- dijo una voz ronca que entro en el pasillo, El Ministro de Defensa...- ya sabéis, seguridad nacional...Fue a partir de aquel avión que casi se empotra en la Casa Blanca. Todos se asustaron, se decidió construir un refugio suficientemente seguro para el presidente, algo secreto, lo sabemos tres personas, la idea era construir un refugio para... ¿cómo decirlo?... salir al paso de una variante de peligro inesperada. Y, ¿qué mejor sitio que en un servicio?...
Todos suspiraron, aquello era demasiado hasta para la Casa Blanca.
El jefe de seguridad miró incrédulo, algo molesto, se sentía con la bastante importancia para conocer aquellos secretos. –Alguna forma habrá para echarla abajo. ¿Como es de resistente esa “secreta” caja metálica?
-Bien- respondió despacio el Ministro- la idea fue de que un Boeing 707 caído desde 2000 metros de altura encima de la Casa Blanca, ¡uhm!, sólo encontrarían el refugio y en perfecto estado...

Greek, se sentía eufórico, por primera vez en su vida pensó que había llegado a la felicidad absoluta, tenía una cerveza fría en sus manos, cinco más esperándole en la nevera, su mujer le había abandonado hacía dos días y el partido iba a empezar en unos minutos. Perfecto, pensó, nada podría ser más perfecto. Hizo un repasó mental, el teléfono descolgado, ese gigantesco sofá azul, por el que las desavenencias en su matrimonio llegaron al culmen, abrazando su cuerpo, las zapatillas puestas y nada más que el sonido de la televisión de 70 pulgadas ante sus ojos. Sonó el timbre, una vez, dos, tres, golpes en la puerta, "no estoy" pensó, "no estoy para nadie y sea quien sea está loco si piensa que voy a abrir". Y sin más su felicidad se derrumbó en un soplo de aire frío cuando la puerta cayó abajo,
Poco después estaba en la Casa Blanca en un pasillo lleno de gente histérica. Todos le miraban, todos esperaban una respuesta y por fin dijo: –Imposible, es totalmente imposible. La diseñé exactamente para eso, no hay otra forma de abrirla si no es desde dentro...
-¿Y cuanto tiempo puede aguantar ahí dentro el presidente... ya sabes; aire, agua, comida.. ¿cuanto?- preguntó el Asesor con ojos acusadores
Greek pensó en el partido, qué maldito día, -Bueno, aproximadamente, tres meses...no os pongáis así, fue lo que me pedisteis, ¿no?.
-Tiene que haber alguna forma, tienes que encontrar alguna forma de abrirla, ¿tú la diseñaste, no?.
Greek se sumergió en su mente, intentó apartar el partido de su cabeza y pensar en aquello con toda la concentración de la que fue capaz. Una idea iluminó su cara..
-Quizá...bien, se me ocurre algo, yo no puedo, ni sé ni sabría cómo, pero, hay alguien que quizá sea capaz de abrirla, sólo ese alguien; hace dos años hubo un atraco en la central de un banco de Arkansas, -se ruborizó- un tal Hami Hand, lo leí en los periódicos, jamás olvidaré ese nombre, en tres horas consiguieron abrir una caja de seguridad diseñada por mi, increíble, impensable in...

-¿Le habéis encontrado?.- preguntó nervioso el Ministro.
-Sí, bueno, más o menos, le hemos localizado, pero...
-¿Pero qué?... que lo traigan lo antes posible.
-Bueno, es que...hace dos días que... le han ejecutado en la silla eléctrica... En aquel robo uno de sus hombres mató a un guardia de seguridad...el gobernador de Arkansas busca ser reelegido, ya sabes, necesitaba un poco de popularidad y la silla eléctrica siempre ayuda...

Alrededor de la mesa los tres se miraron. El Asesor sintió un sudor frío en su cuello, alguien tenía que decirlo -¿Y ahora, qué?
-La reunión es dentro de una hora, una hora; hay que pensar algo, y rápido- dijo nervioso el Ministro.
-¿Alguna idea?- preguntó el Consejero
--Deberíamos retrasarla, necesitamos tiempo. Os aseguro que es el mejor psicólogo de toda la ciudad, le convencerá para que salga.
-Retrasarla! Imposible, -grito furioso el Ministro. -Tenemos a los líderes de China y Rusia apunto de saltarnos al cuello en esa reunión. A todo el electorado esperando ver cómo mañana se pone en funcionamiento el escudo antinuclear en el que nos hemos gastado su jodido dinero, y dependemos de un chiflado psicólogo convencechiflados, es de locos......
-Bien, y ¿qué se te ocurre?... o sale o no sale, no le podemos sacar; el presidente esta sentado en la taza de un baño en una caja de acero...
-La única solución es tiempo, en eso tienes razón. Bien- dijo el asesor intentando recuperar un poco de seriedad- se encuentra indispuesto, enfermedad, ataque al corazón, lo que queráis, eso nos dará tiempo. Supongo que es una razón suficiente para que la reunión se posponga algún tiempo. ¿Alguna idea mejor?

El psicólogo se sentó con ellos, con cara tranquila, parecía traer buenas noticias
-Bien, ¿has conseguido algo?- preguntó el asesor.
-Bueno, la respuesta más acertada es sí; sufre de un trastorno maternal del sentimiento que expresa en...
-¡Al grano!- gritó el Ministro.
-No irá a la reunión, dice que el líder chino mide mucho más que él y que se siente un enano a su lado. Un complejo que arrastra desde la infancia, os podría decir que esa es la razón de que haya querido ser presidente, tiene un terrible complejo de enano. En resumen, si va a haber gente más alta que él no irá...
Todos se miraron asombrados, y con estúpida sorpresa se dieron cuenta que eran el equipo presidencial más bajo que había habido en la historia del país.
-Creo que en un mes, a lo sumo dos, con terapias diarias, conseguiré que supere su complejo.

La decisión fue tomada; nadie de los que sabían lo ocurrido podría salir de la Casa Blanca. El secreto debía quedar allí hasta que consiguiesen convencer al presidente de que no era tan bajito, o de que lo era y bajito como era, saliese. Un comunicado fue hecho a la prensa de que el presidente tenía graves problemas de salud. La reunión de los altos mandatarios fue pospuesta con el consiguiente malestar general.
En ese momento Marta y Lucy salían por la puerta. Todos los pertenecientes a la sección en la que estaba el servicio donde seguía sentado el presidente quedaron en un extraño estado de cuarentena. Pero Marta y Lucy no pertenecían a ninguna sección en concreto, ellas se dedicaban a la limpieza eso era todo. Ninguno de los perfectos planes de seguridad de la casa Blanca preveía que el presidente se encerrase en el baño, y nadie reparó en ellas, ya que después de un rato de ver todo el ajetreo y que el presidente no quería salir, fueron las únicas que siguieron tranquilamente con su trabajo, y la orden de cuarentena les pillo limpiando en otra sección, y tal fue el secreto de mantener el secreto que sólo los que tenían que mantenerlo lo supieron.
Marta le susurró algo a Raymon antes de salir. –Te espero a las ocho.

Marta miró el reloj, las ocho y media, a las nueve lo volvió a mirar, a las diez lo tiró contra el suelo; no se le ocurrió pensar que con todo aquel ajetreo Raymon tuviese que quedarse unas horas más, muchas más. Fue entonces cuando los genes llegados desde la generación de fabricantes de tequila le susurraron algo. Cerró la puerta de un portazo y se dirigió al bar. Treinta segundos después el teléfono de su casa sonaría pero ella ya no estaría allí para responder. Con el tercer tequila recordó a sus abuelos. A su abuelo le mató el hígado o acaso su abuelo mató a su hígado; recordó como volvía cada noche a casa tambaleándose, de su pequeña destilería de tequila. Una noche en medio de una tremenda discusión la abuela le recriminó que se bebía la mitad de el tequila destilado, que, o eso cambiaba, o ella se marcharía, Él la amaba tanto que a la mañana siguiente salió hacia la destilería con una resolución en su cabeza; aumentó la producción y aunque seguía bebiendo lo mismo ya no era ni la mitad de la mitad. así es como comenzó a llegar dinero, cada vez más y más dinero, y la abuela se amansó con él. Añoró aquellos tiempos de niñez y felicidad.
En el quinto tequila pensó que hoy era miércoles, un frío miércoles de enero...Con el séptimo, simplemente eructó y pidió el octavo.
Fue entonces cuando se fijó en la televisión; el Ministro contaba la grave enfermedad del presidente, razón de su ausencia en todos los actos públicos. El bar se quedó en silencio con todos sus ocupantes absortos en aquellas palabras.
Fue entonces cuando Marta Fernández, se rió y su lengua comenzó a contar una increíble historia que no recordaría al día siguiente.

Todos en la redacción del periódico le miraron asombrados, muchos esbozaron una amplia sonrisa esperando que fuese otro el que soltase la carcajada. Pero el director le miraba serio, casi enfadado, ¿si era una broma qué clase de broma? y si era, que no lo era, verdad, ¡qué verdad!.
-Punto uno, el presidente no quiere salir del baño. Punto dos, el chivatazo ha sido una borracha en un bar. Punto tres, aún no te has enterado de la seriedad con que trabajamos en este periódico. Mierda de becarios...-gritó exaltado, -¡Vamos a mi despacho!.

Fue un record de tirada, luego el eco de los informativos especiales, informativos, desinformativos. En cuatro horas media población lo sabía, Seis horas después, toda, excepto Willian Hamton, que vivía en una casa perdida en Alaska. A las doce el líder chino fue informado en su vuelo de vuelta a su país, después de que la reunión se hubiese pospuesto por tiempo indefinido. A las dos y cinco minutos estaba resuelto a vengar aquella ofensa; ¡no había sido recibido porque el presidente estaba sentado en el baño!. A las seis de la tarde, después de una larga reunión con su equipo de seguridad un comunicado bastante hostil fue enviado a la Casa Blanca en el que pedía que el presidente imperialista pidiese disculpas públicas, en un plazo de seis horas... Pero el presidente no quería salir del baño.
Pasadas dos horas, el líder chino resbaló en la bañera golpeando con su cabeza el espejo y muriendo tres minutos y siete segundos después; desangrado. Impidiéndose una guerra.

En ese mismo instante Mai li sintió como toda su tristeza se deslizaba en una lágrima salada por su mejilla. La lágrima se dirigió al suelo; en ella partía su hermana, su hija que no podría nacer, el cantar del ruiseñor y el devenir de los juncos. La lágrima rozó el suelo y la tierra suspiró y un escalofrío se extendió por sus océanos y, cansada de ver dolor, cansada de que la creación que soñó siglos atrás tan hermosa se hubiese convertido en una absurda destrucción, dejó de girar.