Vuelve a retumbar con fuerza la estridencia dentro de mi craneo.
Me pide desaparecer de mí. No sentir más lluvia.
Mis huesos chirrían bajo la presión de mi alma...oO
Ahí van mis tres pequeños yéndose a la cama. Cada uno con uno de sus libros de cuentos. Hasta la más peque, que aún no sabe decir más que un puñado de palabras. En casa hay un pasillo muy largo. Sesenta metros de piso, pero un pasillo muy, muy largo. Y una de sus paredes está llena de baldas, desde el techo hasta el suelo...oO