Sentía el dedo de la niña de Sara amarrándose fuertemente a mi anular. Ella no me miraba, toda su vida se encaminaba en ese momento a bajar esos tres peldaños. Sentía su mano, pero podía sentir su corazón. Me preguntaba si la mano de mi hijo sería igual, si también podría sentir su alma a través de su piel. Me avergüenzo de decirlo pero no estaba segura de quererlo como ahora quería a Inés, esa pequeña luchadora que por fin había conseguido su objetivo, y ahora se afanaba en volver a subir. Me dejaba llevar imaginando como serían mis sentimientos tras el parto, y ¿si no sentía nada? ¿.....oO